La tecnología está transformando la sociedad y los juristas no podemos quedarnos atrás – Antonio Serrano

La tecnología ha transformado el sector jurídico del mismo modo que ha modificado industrias y sociedades. Tan importante será saber de derecho como manejar con facilidad diferentes herramientas tecnológicas y estar dotados de habilidades que, como el liderazgo o la inteligencia emocional, no puedan ser automatizadas por las máquinas.

Antonio Serrano, colaborador del Certificado Profesional en Legal Tech en la Era Digital —impartido por MIT Professional Education (EE. UU.) en colaboración con Esade (España)—, Doctor en Derecho, CEO de Spacetechies, un centro de formación en competencias digitales para niños, adolescentes y docentes, charla con nosotros sobre el futuro del sector jurídico, tecnología y la importancia de la formación en nuevas tecnologías,

Antonio Serrano

1. ¿De qué manera ha afectado la crisis de la COVID-19 al sector jurídico y cómo cree que ha evolucionado en los últimos años?

La COVID-19 ha sido un auténtico catalizador de transformación digital para el sector jurídico. Los abogados nos hemos visto obligados a utilizar tecnologías que antes nos resistíamos a usar. Y no hablo solo de las videoconferencias sino de la utilización de la nube para poder trabajar desde casa o de las herramientas de gestión de equipos para poder seguir trabajando eficientemente a pesar de la distancia.

2. ¿Qué tecnologías, a su juicio, debería conocer cualquier jurista/abogado? ¿Por qué?

Las tecnologías, en mi opinión, son una herramienta y no un fin. Además, van cambiando. De hecho, cada dos años ya no nos sirven las herramientas que hemos aprendido a manejar con anterioridad. Por ello, creo que lo que hay hacer es cambiar la mentalidad, la manera de afrontar los retos que plantean las tecnologías. Hay que adaptarse y evitar la resistencia al cambio.

Dicho eso, creo que hoy en día es bueno que los juristas tengamos unos conocimientos mínimos de programación y que entendamos el impacto que están teniendo en las empresas, en los modelos de negocios, en la sociedad, en definitiva, algunas tecnologías muy disruptivas como la nube, el internet de las cosas, el blockchain o la inteligencia artificial.

3. ¿En qué cree que deberían invertir los bufetes tradicionales para ser más competitivos o sobrevivir?

Invertir en tecnologías es importante, pero no es lo determinante. De hecho, es lo más fácil. La inversión más diferencial será en capital humano, en abogados que sean capaces de trabajar en este nuevo entorno lleno de cambios y de incertidumbres.

Estos abogados, además de saber derecho, tendrán que manejar con facilidad las competencias digitales y estar dotados de las mal llamadas ‘habilidades blandas’ como el liderazgo, la creatividad, la innovación, la inteligencia emocional… habilidades, en definitiva, que no son capaces de replicar las máquinas.

4. ¿Considera que ha cambiado la tecnología la relación entre cliente y abogado? Si es así, ¿de qué manera?

Sin duda. La tecnología ha dado mucho poder a los clientes, a los consumidores. Tienen ahora mucha información a su disposición a través de múltiples dispositivos (smartphones, tablets y ordenadores) y se han vuelto clientes proactivos. Es más, cualquier negocio, incluido un despacho de abogados, tiene ahora más que nunca la obligación de poner al cliente en el centro.

De hecho, los nuevos clientes son eminentemente digitales, por lo que si queremos ganarnos su confianza —elemento clave en la relación abogado-cliente— tenemos que hablar su lenguaje, y este lenguaje es claramente el de los ceros y unos.

5. ¿Cree que hay algún sector de la economía digital que esté operando en un marco desregulado?

Hay muchos sectores que no se encuentran regulados. Pero eso no es un problema. A través de un principio como la autonomía privada podemos crear un marco jurídico con el que las partes que operen en ese sector se encuentren cómodas. Además, se pueden implementar códigos de conducta o estándares internacionales.

Sin embargo, hay sectores específicos en los que puede preocupar la falta de regulación. Estaríamos hablando del fintech, por ejemplo, donde a pesar de que se están realizando algunos esfuerzos en el ámbito normativo todavía está presente una fuerte desregulación y una gran preocupación por la protección de los consumidores y usuarios.

6. ¿Por qué considera que es importante la formación de los juristas en Legal Tech?

Porque no estamos en una época de cambios, sino en un cambio de época. Nos encontramos en los inicios de la 4ª Revolución Industrial, donde las tecnologías exponenciales están transformando absolutamente toda nuestra sociedad.

Por ello, los juristas no nos podemos quedar atrás. Tenemos que entender esos cambios preparándonos en el ámbito del Legal Tech y ayudar a adaptar el marco jurídico para que las relaciones sociales y contractuales sigan siendo justas y éticas.

7. Los abogados más jóvenes parecen tener claro que Legal Tech es el futuro del derecho. ¿Por qué cree que a los abogados más sénior les cuesta comprender la importancia de aprender estas nuevas tecnologías e incorporarlas en su día a día?

No creo que esa afirmación sea del todo correcta. Conozco abogados junior que no son conscientes de todos estos cambios y que encima se consideran nativos digitales por tener una tablet, una cuenta en Netflix y varias redes sociales. Y no son nativos digitales, son usuarios de tecnología. No entienden los modelos de negocio subyacentes a esas tecnologías.

Y, por el contrario, yo he formado abogados sénior con un entendimiento y con una visión clarísima de lo que implica esta transformación y que se manejan con gran soltura en este entorno.

Por tanto, es más un tema de actitud. Es una cuestión de seguir con ganas de aprender, de vencer nuestra resistencia al cambio, de salir de nuestra zona de confort para no quedarnos atrás y descubrir que en este nuevo camino hay muchísimas e interesantísimas oportunidades.

8. ¿Qué otro tipo de formación complementaria recomendaría a los profesionales de este sector?

Recomendaría la formación continua. El nunca dejar de aprender. Y no solo de aquello relacionado con el derecho o la tecnología, sino en todo aquello que despierte nuestro interés, aquello que nos guste o aquello que nos pueda hacer diferentes para facilitar nuestra empleabilidad.

En particular, creo que, además de entender la transformación digital, hay que formarse en liderazgo, innovación y creatividad. Además, hay que dominar idiomas, saber hablar bien en público y trabajar la empatía.

9. ¿De qué manera pueden las nuevas tecnologías ayudar en el día a día de un despacho de abogados?

Las tecnologías pueden ayudarnos a ahorrar mucho tiempo y mucho dinero. Las máquinas realizan mejor y más rápido las tareas repetitivas. Por tanto, dejémoslas a ellas que se encarguen de la parte aburrida y encarguémonos los abogados de aportar verdadero valor a nuestros clientes centrándonos en las tareas más nucleares, intelectuales y creativas de la práctica legal.

10. ¿Están los profesionales del sector jurídico preparándose a una velocidad adecuada para los nuevos retos digitales?

Sorprendentemente, no. Hay mucha resistencia y es una pena. Lo que ocurre es que lo que sí que se formen y dominen la materia tienen una oportunidad única; pueden hacerse un nombre importante en el mercado ya que no somos muchos los que trabajamos indistintamente en el campo del derecho y en el de la tecnología. Por tanto, yo animo a todo jurista con curiosidad y ganas de aprender que se forme en este campo ya que le va a garantizar trabajo durante toda la vida.

11. Los nuevos competidores de los despachos tradicionales (proveedores de servicios jurídicos alternativos), ¿serán las grandes firmas del mañana o cree que terminarán fusionándose?

Pues habrá de todo. Algunos de estos proveedores competirán de igual a igual con las firmas tradicionales y otros, en un movimiento defensivo similar al que ha ocurrido en el mundo de la banca con el fintech, serán adquiridos por firmas de abogados para poder seguir siendo competitivos en el mercado.

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